Diverdi Magazin | 164 / noviembre 2007 | Miguel Ángel González Barrio | 1. November 2007
El Bruckner luminoso de Karl Böhm
Inéditas grabaciones de Séptima y Octava por el maestro de Graz
El nombre de Karl Böhm no es asociado por lo general con la música de Anton Bruckner, como sí lo es universalmente con la de Mozart o Strauss. SinMehr lesen
El nombre de Karl Böhm no es asociado por lo general con la música de Anton Bruckner, como sí lo es universalmente con la de Mozart o Strauss. Sin embargo, el director austríaco mamó la tradición como ávido espectador de los conciertos de Franz Schalk en Viena, y ya desde los primeros años de su larga carrera, en Darmstadt y en Dresde, dirigió con frecuencia varias sinfoñías del organista de San Florián (con el tiempo las dirigiría todas), llegando a recibir la medalla de oro de la sociedad brukneriana de la capital sajona. Pronto las llevó al estudio. En 1936 y 1937, respectivamente, grabó para HMV-Electrola las sinfonías Cuarta y Quinta (ediciones Haas) con la Staatskapelle Dresden, y en 1943 la Séptima (edición Gutmann), con la Filarmóníca de Viena. Después vino un paréntesis, y hay que esperar a los años 70 para encontrar nuevas grabaciones brucknerianas de Böhm en estudio, siempre con la Filarmónica de Viena: Tercera (1970) y una prodigiosa Cuarta (1973), para Decca; Séptima (1976) y Octava (1974), para DG. No dejó Böhm una integral (tampoco lo hicieron Furtwängler, Knappertsbusch, Klemperer, Celibidache o Horenstein) y, con la excepción de la mencionada Cuarta, una de las mejores grabaciones de la edición Nowak de la versión de 1886, los demás registros, incluidos los realizados en concierto, no han dejado una huella imperecedera pese a sus indudables méritos.
El sello Audite, perseverante explorador de los archivos de la Radio de Baviera, ha exhumado sendos registros de Séptima (grabación en vivo del 5 de abril de 1977) y Octava (producción radiofónica en condiciones de estudio, nunca comercializada, de noviembre de 1971) con la Orquesta de la Radio, maravillosa formación que Rafael Kubelik heredó de Eugen Jochum y convirtió en una de las mejores de Europa. Ninguna es novedad, pero habían circulado poco, prácticamente sólo en Japón (la Octava vio una edición en el efímero sello italiano Originals), y el sonido de Audite no admite comparación. La (re)edición es oportuna, pues permite un nuevo acercamiento al Bruckner lúcido y honesto del maestro de Graz, y porque estas grabaciones son posiblemente las más satisfactorias de un copioso legado: nada menos que diez registros de la Séptima y seis de la Octava.
El Bruckner de Böhm impacta desde la primera audición por la riqueza de la paleta orquestal, la imponente belleza sonora (v.g. el arranque de la Séptima) y la celosa búsqueda de la transparencia. Böhm deja hablar a la música, que se explica a sí misma sin imposiciones externas. Huye de la opulencia sonora (los ff y fff nunca son opresivos), de la monumentalidad (por comparación con otros directores, las Codas, sabiamente construidas, pedagógicas, diáfanas, se antojan modestas; falsamente modestas), y prima el lirismo contenido, sin cargar jamás las tintas, pero sin distanciamiento (Haitink); el fraseo natural, el discurso fluido, sin resquicios, la cantabilidad, influencia de su experiencia como director de foso. No encontramos aquí exageradas pausas agógicas: los bloques se nos aparecen íntimamente ligados, sin que se resienta la coherencia estructural. Si acaso, los pasajes de especial significación son precedidos por un sutil ritardando (v.g. Coda del Allegro moderato de la Séptima, preparación del clímax del Adagio de la Octava). Hay detalles sorprendentes, chocantes incluso. En el Scherzo de la Séptima, Böhm gana impulso poco a poco hasta situarse a tempo. En este movimiento se deja sentir la vena austríaca: la batuta destaca los aspectos líricos y rústicos de origen campesino, sin perder de vista el humor de algunas células, como las encomendadas a los clarinetes; por el contrario, el Trío es más sosegado y sensual que de costumbre, constituyendo un interludio de onírica placidez. Especialmente memorables son los pasajes con diálogos entre las maderas (13:27 del Allegro moderato de la sinfonía en Mi mayor), prominentes por el balance favorecido por la batuta y espléndidamente captadas por los micrófonos de la radio bávara, y entre éstas y la cuerda (p.ej. 7:44 y ss. en el Adagio de la Octava). La respuesta orquestal es admirable. Señalemos un desliz aislado: en el movimiento inicial de la Séptima, los oboes se adelantan a los violines (8:03), lo que provoca un sonoro pisotón del director.
El nombre de Karl Böhm no es asociado por lo general con la música de Anton Bruckner, como sí lo es universalmente con la de Mozart o Strauss. Sin